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COLABORACIONES

¿Juego de niños o aprendices de delincuentes? Miguel Ángel Sánchez Romero

Octubre 18, 2018

Diurnarius



Lo ocurrido hace unos días en la escuela primaria Emiliano Zapata, de Villa de Álvarez, en la que un niño presuntamente fue violado por cuatro de sus compañeros, sin duda, es un hecho reprobable, que nos indigna y nos llena de frustración al ver la tibieza con la que las autoridades del plantel y de la Secretaria de Educación del Gobierno del Estado decidieron abordaron la violencia física y sicológica de la que fue víctima el menor de edad, en un lugar que es considerado como el segundo hogar.

Pero quizá lo más nos indigna, es darnos cuenta como la violencia que se vive en las calles de Colima, ha llegado a los hogares y planteles educativos, frente a la indiferencia de un gobernador que prefiere ocultar la realidad que se vive en la entidad con reinas de belleza, juegos de beisbol y otras banalidades que en nada abonan a la paz y tranquilidad de las familias colimeses.

Sin duda, la agresión física de la que fue víctima el niño en la escuela primaria Emiliano Zapata, no es más que la coronación de la violencia sistemática que se vive en prácticamente todos planteles y niveles educativos del estado, algunos con mayor nivel de violencia que otros, pero ninguno está exento, historias de violencia física, psicológica entre estudiantes la podemos encontrar en cualquier escuela, incluso en redes sociales se han hecho virales riñas entre estudiantes; violencia de la que no podemos culpar del todo a los maestros, ya que el comportamiento de los niños y jóvenes son el reflejo de lo que ven y viven en sus hogares y entorno social, ante la incapacidad e indiferencia de las autoridades, por combatir la inseguridad y violencia en la que se encuentra sumergida la entidad.

Sin embargo, la violación del niño, se suma a una larga lista de crímenes y delitos cometidos por menores de edad en Colima, que aunque fueron del dominio público, las autoridades en complicidad con los cómplices del silencia trataron de ocultarlos o minimizarlos, para proteger la imagen del ejecutivo estatal.

Probablemente el casos de la escuela Emiliano Zapata no sea el primero que ocurre en Colima, pero si, es la primera vez que una madre decide hacerlo público, ante la indiferencia de las autoridades educativas que al parecer vieron la agresión como un juego de niños que no ameritó ni la suspensión de los agresores, decisión que en automático debería de convertir a los directivos del platel y al personal de la Secretaria de Educación en cómplices, ya que dejar a los niños agresores como si solo le hubieran robado un dulce a compañero, puede ser aún más peligroso que la propia violación, ya que se tienen cuatro niños con graves problemas de comportamiento, que podrían influir sobre otros niños dentro y fuera de la escuela sino se les da un castigo ejemplar, antes de que se conviertan en un peligro no solo para el resto de sus compañeros, sino en un futuro para la sociedad.

Sin duda, nos queda claro que los programas de prevención del delito, al igual que la estrategia de seguridad, del Gobernador José Ignacio Peralta son un fracaso, prueba de ellos es la violación del niño de la Escuela Emiliano Zapata, en la que los agresores siguieron un patrón de conducta que se les hizo algo normal, no dudo que al momento de realizar la agresión se sintieran sicarios, halcones, cholos de su barrio, o jefe de la banda; lo cierto es que está violencia no se combate con cámaras de video vigilancia, ni con tecnología sofisticada ni con un C-5i, ni siendo el primer ladón de Colima; esta violencia e inseguridad se combate con inteligencia, no con negligencia; enfrentando la realidad, no ocultándola; generando empleos, no desempleo; erradicando la corrupción, no fomentándola; pero sobre todo se combate con voluntad y deseos de hacer las cosas por el bien común, por servir a la gente, no por serviste de ellas.

Por el bien de Colima y de los niños colimenses esperemos que está agresión, no quede impune, y tanto la víctima, como los victimarios y sus padres reciban la atención psicológica necesaria para superar en lo posible el daño ocasionado al menor y en contraparte, truncar con un castigo ejemplar la carrera de aprendices de delincuentes de los agresores, para que aprendan que lo que hicieron es un delito y no son juegos de niños.



miguelinosan@yahoo.com.mx

Miguel Ángel Sánchez Romero

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