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COLABORACIONES

SinVotoNoHayDinero

Junio 07, 2017

En México, un país donde el abstencionismo crece cada vez más, la democracia nos cuesta carísima. En el estado de México, por ejemplo, 5 millones de personas no votaron y en Nayarit el 65 por ciento del electorado no votó. Sin embargo, las elecciones de este 2017 nos costaron a los mexicanos 4 mil 28 millones de pesos, de acuerdo al estudio elaborado por Integralia Consultores.

Ante este dispendio escandaloso, la mayoría de los ciudadanos –me sumo a ellos—vemos de maravilla la propuesta del diputado independiente de Jalisco, Pedro Kumamoto, la cual busca que los partidos políticos reciban un financiamiento de acuerdo con el número de votos obtenidos en las elecciones.

Eso es lo política y financieramente saludable, pues al reestructurar el financiamiento público de los partidos se ven compelidos a aumentar el número de votos válidos en su favor, ya que sólo así obtendrán mayores recursos.

Así, la propuesta de Pedro Kumamoto generaría un ahorro total de 2 mil 253 millones 304 mil 202 pesos al año. Actualmente, los partidos políticos reciben 4 mil 53 millones 569 mil 957 pesos; de aprobarse su iniciativa, el dinero que se otorgue a los partidos se calcularía a partir de la votación ciudadana: se reduciría el financiamiento de los partidos en un 59 por ciento y se le daría más recursos al que mayor número de votos tenga.

La iniciativa de Kumamoto ya fue aprobada en Jalisco, lo que refleja la buena salud moral de los políticos de ese estado. Sería estupendo que ahora se aprobara en todo el país, pues así quedaría claro cuáles son los intereses que protegen los legisladores: si los del partido o el de los ciudadanos.

Y es que imagínense cuántos hospitales, escuelas, carreteras se pueden construir y la cantidad de plazas para médicos y docentes se pueden crear al canalizar los miles de millones de pesos anuales que se gastan los partidos políticos en México.

Dos puntos

Un amigo lector me hace la siguiente reflexión sobre la columna que se publicó la semana pasada, donde abordé el tema de la reforma electoral. Dice que la reforma aprobada por los legisladores locales es lo más rescatable de lo que se pretendía. Que la propuesta del PRI era la más vanguardista. Sin embargo, no fue determinada por los priistas, ya que estaba la amenaza del PAN de no aprobar la reforma en los seis municipios que gobierna. De esa forma, sin el consenso, la reforma hubiera sido bloqueada. Menciona, por último, que la postura de los diputados del PRI fue la más inteligente y responsable, pero sobre todo que los acuerdos se dieron en consonancia con el ejecutivo. Por mi parte, reitero lo que dije: la reforma electoral tiene la impronta del PAN y es al que más va a beneficiar el próximo proceso electoral, pues la mayoría de sus actores buscan la reelección.

CESAR BARRERA VAZQUEZ

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